LAS 7 MAXIMAS DEL ENAMORAMIENTO

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1. En el amor no hay casualidades.
Como en muchas cosas de la vida, podríamos pensar que el enamoramiento de una persona no es casualidad, esto es debido a que, de una manera u otra, pretendemos reconocernos la otra persona; como si de esta manera nos encontráramos a nosotros mismos en el otro.

Esto es lo que muchos psicólogos definen como un “complejo de reflejo positivo de nosotros mismos”. Ahorita recordé mis clases de literatura, donde el personaje principal de una novela de Thomas Mann La Muerte en Venecia, tenía ese mismo complejo, de encontrar la belleza y la perfección en Tadzio. Tal parece que buscamos alguien como nosotros quisiéramos ser: que sea rubio cuando soy morena, que sea inteligente, que le guste el arte, la cultura, que sea detallista como yo soy, romántico, etc.

Tratamos de identificarnos en la otra persona a nuestro propio yo. Por eso no sucede que nos enamoramos de cualquier persona, sino más bien de aquella que nos muestra cierta empatía con lo que nosotros mismos pretendemos ser.

2. Las historias nos enganchan y exaltan nuestro instinto de protección.
La persona que nos gusta o de la cual nos enamoramos, puede tener una historia de vida parecida a la nuestra, lo cual nos “engancha” hacia la empatía, para decir “es que somos taaaaan parecidos”. Lo cierto es que estamos buscando coincidencias y más allá aún, un sujeto al cual proteger. El enamoramiento exalta ese instinto de protección, tanto en hombres como en mujeres.

Cuando sucede en los hombres, les gusta ver a la dama vulnerable, frágil, “débil”. Usualmente ella vendrá de un rompimiento con su antigua pareja, de un rompimiento con sus padres o de sus padres, etc.

Cuando sucede con las mujeres, vemos que él es una persona solitaria que “necesita” de nuestro amor para que la vida le sonría; nuestro instinto de proteger a alguien, como a un hijo, se desborda en sentido del amor. Le cocinamos, le cosemos su ropa, le arreglamos la casa, le arrullamos, le escuchamos, le consolamos con esa amor confundible al materno, el cual se exalta mucho más si el hombre no contó o cuenta con la figura materna.

Terrible pero algo que sucede continuamente. Los psicólogos llaman a esta situación “intercambio de disociaciones”, que consiste en encontrar a alguien más débil que uno, con la mismas dificultades, pero más evidentes. Y es aquí donde el amor abusa de nuestra ingenuidad y creemos que podemos “salvar” o “ayudar” a esas personas. Nadie puede salvar a nadie .

3. La atracción siempre es física en primera instancia.
Al principio, no conocemos nada de la otra persona, así que lo único que tenemos es el habitus exterior y eso es un factor importantísimo para el enamoramiento. Recordemos mi esquema del amor, y esta máxima se encuentra en el Mundo Sensible.

4. El ser humano se relaciona a través de las ausencias.
Dice el psicólogo Guiseppe Amara, y tiene toda la razón, es por esto que es considerada una de mis máximas del enamoramiento. Queremos lo que no tenemos pues cuando lo tenemos ya no lo queremos. Sucede cuando somos niños y hasta en los animales.

Es lo que pasa con el gato que siempre está atento a que el ratón salga de su guarida, y cuando lo caza y lo descabeza juega con éste un rato, pero después se aburre y lo deja. Pero mientras el ratón no es cazado y está ausente, mantiene al gato a la expectativa.

Greene en su libro Las 48 leyes del Poder dice que hay que mantenerse ausente por un tiempo, porque las ausencias controlan a los demás y otorgan el poder. “Hágase extrañar y sea indispensable”, aconseja. ¡Cuántas historias no hay en que el amor sufrido existe porque la pareja se encuentra lejos de nosotros!

Hasta sentimos que el aire nos falta por la ausencia y lo queremos más. Si siempre se está presente y disponible, no se aprecia la presencia.

5. La reciprocidad imaginaria.
Según los psicólogos es una “trampa” del enamoramiento y es a lo que yo aludí en mi post sobre Enamorarse de la persona equivocada, pues sucede que nos hacemos ilusiones precipitadas sobre la otra persona y esperamos recibir lo mismo que estamos dando, en misma circunstancia y condición y si se puede más es mucho mejor.

No obstante, nos olvidamos que ambos tenemos diferentes formas de manifestar nuestro amor y de expresarlo, lo cual desgasta aquellas relaciones en las que nos decepcionamos por no recibir lo que damos a cambio.

6. La afinidad química existe.
Se afirma que existen elementos químicos (ya todos conocemos lo de las feromonas) que hacen que nos atraigan ciertas personas. Sí, como sucede con los animales, a través de los sentidos solemos percibir la afinidad química que tenemos con alguien, simplemente que no nos damos cuenta. Este científico lo atribuye al Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH) el cual alude que hay un grupo de genes componentes del sistema inmunológico que hacen que se acepte o se rechacen ciertos elementos con la otra persona, como cuando sucede con el trasplante de órganos, donde los médicos cuidan que el CMH del donante se lo más afín compatible con el receptor.

En el caso de la atracción entre dos personas, según Wedekind, entre más nos atrae una persona sus genes del CMH se opone más a los nuestros. Él llegó a esta conclusión cuando en su investigación puso a oler a mujeres las playeras de distintos hombres y encontró que aquellas que pensaban que un olor específico en una playera era más “sexy” coincidentemente tenían un CMH más contrario al hombre que se había puesto esa prenda. Es aquí donde me viene la mente la reiterada tesis de Newton que “lo opuesto se atrae”.

7. Es mejor no aferrarse.
Dejar que las cosas fluyan cuando conoces a una persona es lo mejor que podemos hacer cuando de relacionarse se trata. Es mejor no aferrarse y no forzar las cosas para que sucedan. Cuando alguien nos atrae, existe un miedo latente al rechazo, el cual creo que lo único que crea es tensión entre ambas personas.

Por ello pienso que cuando alguien es para ti, no hay necesidad de hacer “circo, maroma y teatro” para que esta persona se fije en ti, simplemente el evento se dará así naturalmente. También creo en que en este mundo existe alguien ya destinado para ti, sólo es cosa dejarse encontrar. No obstante el hecho de que esa persona no esté interesada en nosotros no debe afectarnos, seguramente, es porque hay alguien más que está hecho justo para nosotros.

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