Hasta que no hayas amado a un animal una parte de tu alma permanecerá dormida

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Hasta que uno no descubre lo que supone amar a un animal, no acaba de comprender lo que es la nobleza y el despertar de unas emociones que pueden llegar a sanarnos el alma.

Darle amor a un perro, a un gato o a cualquier ser vivo por pequeño, inquieto y singular que sea, es enriquecernos y descubrir que pueden tener sentimientos tan valiosos como los nuestros.

Todos hemos leído en numerosas ocasiones los beneficios que nos aporta el tener una mascota en casa. Ahora bien, lo que resulta más interesante es descubrir que todo ello tiene un claro impacto en cuanto ahorro en la salud pública.

Según diversos estudios, los animales nos evitan numerosas visitas al médico, algo que ayuda a que al cabo del año la sanidad se ahorre cerca de 3 millones de euros en países como Alemania y Austria.

Amar a un animal es verse reflejado en una mirada que lo espera todo de ti, que te invita a una caricia, que te arranca sonrisas y nobles emociones. Lo único que te pide a cambio… Es amor.

Cada uno de nosotros podríamos relatar con gran amor ese instante en que alguien muy especial llegó a casa y… la puso del revés. Al igual que nuestro corazón. Algo se despierta en nuestro interior cuando adoptamos un perro, cuando rescatamos un gatito de la calle, hambriento, sucio y necesitado de afecto.

Es como si se encendiera un luz muy adentro, como si un peculiar mecanismo moviera los engranajes del cambio para ayudarnos también, a ser mejores personas. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

El animal «medicina» y las terapias milagrosas

Empezaremos contándote el caso de Claudia, una enferma de Alzheimer que hace tiempo que ha dejado de sentir interés por el mundo. Ninguna actividad de las que se llevan a cabo en su residencia genera cambio alguno en su estado, excepto una: cuando los técnicos de animación sociocultural traen a 4 perritas entrenadas en este tipo de terapias.

Claudia tiene predilección por una de las perritas. Nada más verla su mirada se enciende y su energía se despereza para conectarse con fuerza a la realidad. Nunca falla. Segundos después, esta paciente coge en brazos al animal, lo besa y le cuenta un sinfín de cosas. Gracias a esta interacción, se ha podido disminuir la administración de diversos fármacos orientados a la respuesta física, cognitiva y emocional. Los animales son auténticas medicinas para las personas.

Según un estudio publicado en la revista «Frontiers in Psychology» este «despertar» podría estar propiciado por la activación de la oxitocina, la conocida como la hormona del amor, el afecto y el cariño. Cuando sus niveles aumentan, aparecen una serie de desencadenantes psicológicos y psicofisiológicos que permiten a las personas estar más presentes y, a su vez, ser más receptivas a todo lo que implique aspectos emocionales (abrazos, caricias, palabras cariñosas…).

La mirada de nuestros animales

A veces, un animal puede llegar a establecer una mejor conexión emocional con la mirada que una persona

Un animal tiene una capacidad de conexión emocional realmente increíble, ya sea a través de un simple gesto o una mirada. De hecho, se sabe que el contacto visual entre un perro y su dueño es tan genuino y sincero, que gracias a él se fortalece el vínculo entre ambos.

Existen muchos tipos de amor, pero el que podemos llegar a sentir por un animal es algo excepcional que saca lo mejor de nosotros mismos, y que su vez, nos ayuda a ser mejores.

Según un interesante estudio publicado en la revista «Sciencie«, los perros reconocen nuestra sonrisa, muestran empatía e incluso saben interpretar nuestras emociones solo con mirarnos a los ojos. Todo ello sería el resultado de tantos años de evolución en común, en los que se ha creado un vínculo excepcional, que va más allá de las razas o tamaños. Emerge directamente de los genes y el corazón.

Nos convertimos en aquello que vemos en la mirada de nuestras mascotas

A menudo, se dice eso de que la mirada de nuestro perro es el mejor espejo donde ver el reflejo de nuestra alma. Es una verdad tan cierta que merece que nos detengamos en ella.

  • Si alguno de los animales que hemos criado nos rehúye y su mirada tiene el reflejo del miedo, es que hay algo que no va bien. El temor se nutre de un impacto emocional negativo.
  • Ahora bien, pocas cosas pueden llegar a ser tan terapéuticas como llegar a casa con el ánimo bajo y las lágrimas quemando como granos de arena en los ojos para, de pronto, vernos a nosotros mismos reflejados en la mirada de nuestro perro o de nuestro gato. Es como si nos abrazaran y nos dijeran aquello de «todo va bien».
  • Para nuestros animales somos lo más hermoso de su mundo y esto no responde solo a la necesidad de alimento. Ellos también ansían recibir afecto.
  • La mirada de un animal nos sirve de espejo para fomentar nuestra «autoaceptación». Sus ojos sinceros nos ofrecen otra perspectiva con la cual, relativizar problemas, ansiedades y estrés. Basta con abrazarlos y después, el mundo vuelve armonizarse.

Esa dosis maravillosa de oxitocina que nos aportan nuestras mascotas nos permite conectarnos a la realidad, conjugar el afecto con la ilusión para vencer las nubes cotidianas con mayor seguridad. Porque todos estamos «un poco dormidos» hasta que no hemos descubierto lo que es amar a un animal.

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