La carta del Tarot que ocupa el undécimo lugar se conoce como “Justicia Divina”, es decir, el karma aplicado. En este aspecto podemos encontrar más de una sola característica. Una facultad para sembrar la armonía y un concepto de Igualdad en el entorno, adaptación a los acontecimientos, que se pelea por la verdad e integridad, y hay también una relación con situaciones o personas que tienen que ver con leyes y justicia. También es posible que haya algún tipo de separación, como por ejemplo un divorcio legal.
En el sentido más elevado, se obtendrá la comprensión de La Ley, que es la clave número 11, la cual viene precisamente detrás de la Rueda de la Fortuna, que es la de la vida, y con ello la asimilación de que todos somos observados con los ojos de la Verdad y todos seremos “pesados” en la balanza de la Justicia Divina. La mirada profunda de esta figura es por sí sola como para inducir al examen. Se dice que, posteriormente, nuestra aspiración nos conducirá a descubrir dentro de nosotros la Balanza, la Justicia y la Ley. Aunque según yogi Bhajan no hay un undécimo cuerpo espiritual, el número once los representa a todos ellos, y por tanto, es más sutil y poderoso que todos, por ser la acumulación de todos los otros. Representa la eternidad, al Siri Guru, que es quien nos recuerda constantemente a Dios. Cuando una persona se inclina ante el Siri Guru (cuando rinde su voluntad a la Voluntad del Altísimo), su línea del arco se une con la línea del arco de los pies del Guru y sus diez cuerpos empiezan automáticamente a trabajar de una manera perfecta. El once en astrología representa al escorpión, que tiene tres aspectos: el escorpión, el águila y el fénix. El undécimo cuerpo es como el Fénix, es luz pura, es el aspecto positivo.
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Perfil dominante: se trata de gente con voluntad de acero, que no se conforman con mediocridades. Poseen opiniones muy bien definidas sobre el amor, aunque no por ello accesibles al parecer de las demás personas. Parecen estar siempre discerniendo entre lo que pueden, deben, quieren y necesitan hacer, como si una voz interior no los dejara en paz. Sin embargo, cuando se deciden a realizar algo, ponen en ello el cien por ciento de sus energías. Son padres o madres que inculcan en sus hijos el sentido de compromiso por encima de todas las cosas.
Once en Alma: hay mucha frustración dentro de estas personas, porque se sienten dependientes en su voluntad y por lo mismo, necesitan de constantes reencuentros hacia lo interno para volver a lo que de todas formas es su gran certeza: la fuerza de Dios. Una vez que se rinden a Dios, serán sus representantes y llegarán a ser maestros del universo físico y por tanto el dinero no les molestará, ni nada les molestará.
Once en Personalidad: tienden a acaparar cosas y se desbaratan ante una crisis económica. El éxito social les importa mucho y descalifican demasiado esa sensibilidad que poseen para ser inventores, aunque muchos lo sean. Cuando el once trabaja, significa que el karma está establecido. Un once en esta posición representa la maestría de la realidad física, por lo que de manera natural es elegante, real y divina y lo sabrá y actuará en consecuencia.
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Once en Regalo: son el puente de enlace entre la parte material del hombre y su esencia divina. Tienen como regalo la cualidad de penetrar en mundos paralelos a través de su mente, ya sea en forma mística o fenomenológica. Una persona con regalo de once es capaz de expresar la energía de cualquiera de sus cuerpos espirituales cuando necesite hacerlo.
Once en Destino: suelen sentirse desarraigadas, como si no pertenecieran a este mundo. Van de los recuerdos a la ensoñación y viceversa. Sin embargo, tienen la capacidad de penetrar donde la razón se atora y es así como logran hacer aportaciones maravillosas a la humanidad, o quizá ya lo han hecho anteriormente. Si logran que el once trabaje, son vistos como personas que constantemente le recuerdan a la gente la existencia de Dios, a través de su vestido, de su proyección o de cualquier otra forma.
Once en Misión: esta persona necesita que su crecimiento deje de ser unilateral, requiere desarrollar su cuerpo y sus emociones junto con su capacidad mental y aprender a confiar en su psiquismo, que es notable.
Debe ser un constante recordatorio de Dios, llevando a otros a los “pies del Guru”, a través de una conversación puede expandir la conciencia del otro hacia lo infinito. La gente se despide de él sintiéndose muy elevada y consciente.
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