Decir que las coincidencias son mensajes codificados provenientes de la inteligencia no circunscrita, plantea a la vida como una novela de misterio. Presta atención, busca pistas, descifra su significado y, al final, la verdad será revelada. En muchos sentidos, eso es exactamente lo que pasa. Después de todo, la vida es el misterio más grande.
Lo que hace que la vida sea misteriosa es que nuestro destino parece estar oculto para nosotros; sólo al final de la existencia estaremos en posición de mirar hacia atrás y ver el camino recorrido. En retrospectiva, la historia de nuestra vida parece perfectamente lógica.
Es fácil seguir el hilo de continuidad alrededor del cual hemos trenzado nuestras experiencias. Incluso ahora, en cualquier punto que te encuentres de tu vida, puedes mirar hacia atrás y ver con cuánta naturalidad ha fluido tu vida de un hito a otro, de un lugar o empleo a otro, de un conjunto de circunstancias a otro completamente diferente. Observa cuan sencillo pudo haber sido para ti, de sabido hacia dónde conducía tu camino. La mayoría se pregunta: «¿Por qué me preocupaba tanto? ¿Por qué fui tan duro conmigo, con mis hijos?»
Si pudiéramos vivir en el nivel de la mente todo el tiempo no necesitaríamos esperar a ver en retrospectiva para conocer las grandes verdades de la vida. Las sabríamos de antemano. Participaríamos en la creación de la aventura de nuestra vida. El camino sería evidente y no necesitaríamos señales, pistas ni coincidencias.
Sin embargo, la mayoría no vive en el nivel del alma. Por eso, lo único que puede mostrarnos la voluntad del Universo son las coincidencias. Todos hemos experimentado coincidencias en nuestra vida. La palabra misma describe perfectamente su significado: «co» significa con; «incidencia» significa suceso. Así pues, las coincidencias son sucesos que ocurren con otros acontecimientos, dos o más sucesos que pasan al mismo tiempo. Como la experiencia de la coincidencia es universal, la mayoría tendemos a restarle importancia. Son momentos extraños de la vida que nos maravillan y olvidamos al poco tiempo.
Las coincidencias son mucho más que una fuente de diversión. Una coincidencia es una pista que nos indica la intención del espíritu universal y, como tal, es rica en significados. Algunas personas utilizan la frase «coincidencia significativa», al hablar de sucesos que ocurren al mismo tiempo y que tienen algún significado especial para quien los experimenta.
Sin embargo, creo que la frase «coincidencia significativa» es redundante, pues todas las coincidencias los son. Si no fuera así, no existirían. El hecho mismo de que ocurran ya es significativo, sólo que a veces somos capaces de entender su significado y otras no.
¿Qué significan las coincidencias? La parte más profunda de tu ser lo sabe» pero hay que atraer ese conocimiento a la superficie. El significado no proviene de la coincidencia misma sino de ti, de la persona que la experimenta. De hecho, sin nuestra participación, ningún suceso tendría significado, el Universo entero carecería de significado.
Somos nosotros quienes damos significado a los acontecimientos y lo hacemos a través de la intención. Las coincidencias son mensajes del ámbito no circunscrito que nos indican cómo actuar para hacer que nuestros sueños —intenciones— se manifiesten. Así pues, primero debes tener una intención y entonces ponerte en contacto con tu ser espiritual. Sólo entonces podrás utilizar las coincidencias para satisfacer tus intenciones.
Tener una intención es fácil, tan fácil como formular un deseo. Ser más espiritual es difícil. Muchas personas que se creen espirituales no se han sumergido aún en el vasto océano de la fuerza espiritual; más bien, nadan en la superficie alejadas de las profundidades de la experiencia universal.
Milagros en el mundo real
Los milagros son un fenómeno real. En todas las tradiciones se habla de milagros, pero cada una utiliza un lenguaje diferente. Decimos que un suceso es milagroso cuando el resultado deseado se manifiesta de manera sorprendente: queremos sanar de una terrible enfermedad, adquirir riquezas materiales o hallar nuestro objetivo. Cuando esto sucede, decimos que es milagroso. Alguien tiene una intención, un deseo o un pensamiento y entonces eso ocurre. Un milagro es un ejemplo dramático de lo que pasa cuando una persona es capaz de aprovechar el ámbito espiritual, y de aplicar una intención para manifestar su destino.
Déjame darte un ejemplo de una notable coincidencia. David estaba enamorado de una mujer llamada Joanna. El la amaba profundamente, pero no estaba seguro de querer comprometerse y casarse. Finalmente, decidió que la llevaría a un parque y que ahí se le declararía.
Todavía recelaba del compromiso, pero esa mañana, al despertar, se sintió invadido por una sensación de paz, de que todo estaría bien. David extendió el mantel sobre el pasto y mientras reunía el valor para formular la pregunta, pasó sobre ellos un avión con un cartel publicitario.
Joanna volteó a verlo y preguntó: «¿Qué dirá el letrero?» Sin pensarlo, David contestó: «Dice: ‘Joanna, ¿quieres casarte conmigo?’» Ambos miraron con más cuidado y en efecto el letrero decía: «Joanna, ¿quieres casarte conmigo?» Ella se echó en sus brazos, se besaron y, en ese momento, David supo que casarse con ella era lo mejor que podía hacer.
Al día siguiente leyeron en el periódico que otra persona se había declarado a su novia Joanna con un letrero en el parque; el avión pasó en el momento justo para David. Esta notable coincidencia fue una pista, un milagro, que le indicaba a David su futuro. Ellos siguen felizmente casados hasta ahora.
Las personas que no se interesan en la espiritualidad atribuyen esta clase de sucesos a la suerte. Creo que la suerte, al menos como normalmente la entendemos, no tiene nada que ver con esto. Lo que la mayoría llama suerte no es nada más ni nada menos que la aplicación de la sincronicidad en el cumplimento de nuestras intenciones. Luis Pasteur, el científico que descubrió que los microbios pueden provocar enfermedades, afirmó: «El azar favorece a la mente preparada». Esto puede trasladarse a una sencilla ecuación: «Oportunidad + Preparación = Buena suerte». A través de las lecciones del sincrodestino, es perfectamente posible adoptar un estado de ánimo que permita ver que en la vida existen momentos oportunos y que cuando los identificamos y aprovechamos, pueden cambiar todo. «Suerte» es la palabra que utilizamos en el mundo moderno para nombrar lo milagroso.
Así pues, sincronicidad, coincidencia significativa, milagro o buena suerte, son distintas formas de referirse al mismo fenómeno. Como hemos visto, la inteligencia del cuerpo se manifiesta a través de la coincidencia y la sincronicidad. También la inteligencia más amplia de la naturaleza y el ecosistema —la gran red de la vida— y la inteligencia fundamental del Universo.
Cuando empezamos a considerar las coincidencias como oportunidades, cada una adquiere significado. Cada coincidencia se convierte en una oportunidad para la creatividad. Cada coincidencia se convierte en una oportunidad para convertirte en la persona que el Universo quiere que seas.
Esta es la verdad última del sincrodestino: la suma total del Universo está modificándose para crear tu destino personal. Para ello utiliza «conexiones no circunscritas y no causales».
¿Qué son las conexiones no causales? Si analizamos todos los sucesos inconexos de nuestra vida, todos tienen una historia entrelazada con un destino personal. No causal significa que los sucesos están relacionados entre sí, pero no por una, relación directa de causa y efecto, por lo menos en la superficie.
Son no causales sin causa. Volvamos al ejemplo que mencioné en el primer capítulo: ¿qué tiene que ver que Lady Mountbatten apreciara a mi padre con el hecho de que yo leyera a Sinclair Lewis, o que mi amigo Oppo me inspirara? No existe conexión excepto porque forman parte de mi historia individual, la cual me condujo a mi destino particular. Ninguno de estos acontecimientos provocó los demás. Lady Mountbatten no ordenó a mi padre que me diera un libro de Sinclair Lewis; sin embargo esos dos sucesos actuaron conjuntamente para moldear mi destino. Todos estaban conectados en un nivel más profundo.
Es imposible imaginar siquiera la complejidad de las fuerzas que están detrás de cada acontecimiento de nuestras vidas. Existe una combinación de coincidencias; el ámbito no circunscrito teje la red del karma o destino, para crear la vida personal de cada individuo, tu vida o mi vida.
La única razón por la que no experimentamos la sincronicidad en nuestra vida diaria es porque no vivimos desde el nivel en donde está ocurriendo. Normalmente percibimos sólo relaciones de causa y efecto: ésto causa eso, que causa esto otro, que causa aquello: trayectorias lineales. Sin embargo, debajo de la superficie ocurre algo más.
Existe toda una red de conexiones, invisibles para nosotros. Cuando se hacen evidentes, vemos cómo nuestras intenciones están entretejidas en esta red, que es contextual, condicional, holística y rica, a diferencia de nuestra experiencia superficial.
Con frecuencia caemos en comportamientos rutinarios; seguimos los mismos patrones y actuamos de manera predecible, día tras día. Programamos nuestra mente y sólo continuamos poniendo un pie delante del otro.
¿Cómo podrían ocurrir milagros si simplemente marchamos mecánicamente por la vida, sin pensar ni estar conscientes? Las coincidencias son señalamientos en el camino que atraen nuestra atención hacia algo importante de nuestras vidas, atisbos de lo que ocurre más allá de las distracciones cotidianas. Podemos ignorar esas señales y seguir adelante o podemos prestarles atención y vivir el milagro que está esperándonos.
Atención e intención La conciencia organiza su actividad en respuesta a la atención y a la intención. Aquello en lo que pones tu atención se llena de energía; aquello de lo que apartas tu atención pierde fuerza. Por otro lado, la intención es la clave para la transformación, como ya vimos. Puede decirse que la atención activa el campo de energía y que la intención activa el campo de información, lo que da lugar a la transformación.
Cada vez que hablamos, transmitimos información a través de un campo de energía usando ondas sonoras. Cada vez que enviamos o recibimos un correo electrónico, utilizamos información y energía. La información está en las palabras que eliges y la energía es el impulso electromagnético que viaja por el ciberespacio. La información y la energía están inextricablemente unidas.
¿Has notado que cuando empiezas a prestar atención a una palabra, un color o un objeto en particular, suelen aparecer más frecuencia en tu entorno? Mi primer auto fue un Volkswagen Beetle. Yo nunca había prestado mucha atención a los autos, y rara vez había notado Volkswagens en la calle, pero después de que compré mi Beetle, empecé a verlos por todos lados. ¡Parecía que uno de cada tres autos era un Beetle convertible rojo! No es que estos autos estuvieran desempeñando un papel más importante en el Universo, pero mi atención hizo que cualquier cosa relacionada con ellos saltara a mi campo de atención.
Todos los días ocurren millones de cosas que jamás entran en nuestra mente consciente: sonidos de la calle, conversaciones de las personas que nos rodean, artículos del periódico que recorremos rápidamente con la vista, patrones en la ropa, colores de zapatos, aromas, texturas, sabores.
Nuestra conciencia solo puede manejar una cantidad limitada de información, por lo que contamos con una atención selectiva. Cualquier cosa en la que decidamos concentrar nuestra atención atravesará el sistema de filtración de la mente. Por ejemplo, imagina que estoy hablando contigo en una fiesta. Tú y yo tenemos una conversación interesante y el resto de la fiesta es sólo un murmullo de fondo. Entonces, algunas personas empiezan a hablar de ti en el otro extremo de la habitación y de un momento a otro empiezas a escuchar lo que están diciendo. El murmullo de la fiesta desaparece, y aunque yo esté junto a ti hablándote al oído, tú no me escuchas. Así de poderosa es la atención.
En el mundo físico contamos con muchas maneras diferentes de obtener información: periódicos, libros, televisión, radio, conversaciones por teléfono celular, radios de onda corta. Todas estas formas de explotar esa clase de información, y muchas otras, están a nuestra entera disposición. Sólo tenemos que sintonizarlas con nuestros sentidos: mirar, escuchar, sentir, oler y saborear el entorno que nos rodea. Pero si lo que queremos es explotar la información que está en el nivel del alma, necesitamos otra manera de obtenerla.
Normalmente no dirigimos nuestra atención hacia esa dimensión oculta, pero todo lo que ocurre en el mundo visible ahí tiene sus raíces. Todo está conectado con todo lo demás. En el mundo espiritual esas conexiones se hacen visibles, pero en el físico sólo las vislumbramos a través de las pistas que nos dan las coincidencias.
Así como la atención genera energía, la intención permite la transformación de esa energía. La atención y la intención son las herramientas más poderosas del experto en espiritualidad. Son ellas las que atraen una determinada clase dé energía, y una determinada clase de información.
Así pues, mientras más atención prestes a las coincidencias, más atraerás otras coincidencias que te ayudarán a aclarar su significado. La atención prestada a las coincidencias atrae la energía y la pregunta «¿qué significa?» atrae la información.
La respuesta puede llegarte como una cierta idea, un sentimiento intuitivo, un encuentro o una nueva relación. Puedes experimentar cuatro coincidencias aparentemente inconexas y comprender todo de repente, al ver el noticiero de la noche: «Ah, ¡eso es lo que significaban!» Mientras más atención prestes a las coincidencias y más te preguntes por su significado, más frecuentemente ocurrirán y más evidente será su significado. En el momento en que eres capaz de percibir e interpretar las coincidencias, tu camino hacia la realización salta a la vista.
Para la mayoría de las personas, el pasado reside sólo en la memoria y el futuro sólo en la imaginación. Sin embargo, en el nivel espiritual, el pasado, el futuro y todas las distintas probabilidades de la vida existen simultáneamente. Todo ocurre al miaño tiempo. Es como si estuviéramos reproduciendo un CD; el disco tiene 25 pistas, pero en este momento sólo estoy escuchando la número 1. Las demás pistas están en el disco en este mismo instante, sólo que no las estoy escuchando. Y si no soy consciente de ellas, puedo dar por hecho que no existen.
Si tuviera un reproductor de pistas de las experiencias de mi vida, podría escuchar el ayer, el hoy o el mañana con la misma facilidad. Las personas que están sintonizadas con el yo profundo pueden acceder a este ámbito profundo porque ese yo no está separado del Universo. Los budistas dicen que tu «yo» es un «inter-ser» que está interrelacionado con todo lo que existe. Eres una parte inseparable de la sopa cuántica del cosmos.
Cómo fomentar las coincidencias
Ya sabemos que la atención que prestamos a las coincidencias atrae más coincidencias y que la intención revela su significado. De este modo, las coincidencias se convierten en pistas que nos indican la voluntad del Universo y nos permiten su sincronicidad y aprovechar las infinitas oportunidades de la vida. Sin embargo, con todos esos billones de fragmentos de información que nos están llegando en todo momento, ¿cómo sabemos a qué prestar atención?, ¿cómo evitamos estar buscándole significados a cada tasca de té, a cada comercial de televisión, a cada mirada de un desconocido en la calle? A la vez ¿cómo evitamos pasar por alto información valiosa?
Estas preguntas no tienen una respuesta fácil. Parte de aprender a vivir el sincrodestino consiste en aprender a ser instrumentos sensibles en nuestro entorno. Cierra los ojos un momento. Trata de percibir todo lo que hay en el ambiente. ¿Qué sonidos escuchas? ¿Qué estás oliendo, sintiendo o saboreando en este preciso instante? Pon tu atención en cada uno de tus sentidos individualmente y toma plena conciencia de ellos.
Si no has practicado este ejercicio antes, es probable que hayas pasado por alto algunos de estos estímulos, no porque sean débiles, sino porque estamos tan acostumbrados a ellos que ya no les prestamos atención. Por ejemplo, ¿qué sentiste?, ¿cuál era la temperatura? ¿Había brisa o el aire estaba quieto?, ¿qué partes de tu cuerpo estaban en contacto con la silla en la que estás sentado? ¿Notaste la presión en la parte posterior de tus muslos, en la parte baja de la espalda? ¿Qué me dices de los sonidos? La mayoría podemos distinguir fácilmente el ladrido lejano de un perro o el ruido de niños que juegan en la habitación contigua, pero ¿qué hay de los sonidos más sutiles? ¿Escuchaste el ruido del calentador o del aire acondicionado?, ¿percibiste tu respiración o los gruñidos de tu estómago?, ¿qué me dices del barullo del tráfico?.
Las personas sensibles a los acontecimientos y estímulos de su entorno son sensibles a las coincidencias que les envía el Universo. Las pistas no siempre vendrán a través del correo o de la pantalla de la televisión (aunque a veces lo harán). Pueden ser tan sutiles como el olor del humo de una pipa que entra por una ventana abierta y que te recuerda a tu padre, lo que a su vez te recuerda un libro que le gustaba, y que, por alguna razón, llega a desempeñar un papel importante en tu vida, en ese momento.
Por lo menos una vez al día, concéntrate durante uno o dos minutos en alguno de tus cinco sentidos: vista, oído, gusto, tacto u olfato, y permítete apreciar tantos aspectos de este sentido como sea posible.
Aunque al principio te cueste trabajo, pronto lo harás con toda naturalidad. Clausura los otros sentidos si te distraen demasiado. Por ejemplo, prueba distintos alimentos mientras te tapas la nariz y cierras los ojos; concéntrate en la textura de la comida, sin distraerte con su aspecto u olor.
Naturalmente, tu atención se verá atraída por los estímulos más poderosos e inusuales; estos son los que debes observar con detenimiento. Mientras más inverosímil sea la coincidencia, más vigorosa será la pista. Si estás considerando casarte y tomas conciencia de los anuncios de los anillos de compromiso, ésa es una coincidencia menor, pues dichos anuncios abundan. Sin embargo, si estás ponderando pedirle matrimonio a Joanna y en ese momento pasa sobre tu cabeza un letrero que dice: «Joanna, ¿quieres casarte conmigo?», la situación es totalmente inaudita y constituye un mensaje muy poderoso sobre el camino que el Universo tiene planeado para ti.
Cuando surja una coincidencia, no la ignores. Pregúntate: «¿Cuál es el mensaje? ¿Qué significa esto?» No tienes que salir a buscar las respuestas. Formula la pregunta y las respuestas surgirán. Pueden llegar como la comprensión repentina de algo, como una experiencia creativa espontánea o como algo muy diferente. Tal vez conocerás a una persona que esté relacionada de algún modo con la coincidencia. Una conversación, una relación, un encuentro casual, una situación o un suceso te dará inmediatamente una pista sobre su significado. «¡Ah, se trataba de esto!»
Otra cosa que puedes hacer para fomentar las coincidencias es llevar un diario de las coincidencias de tu vida. Después de años de tomar notas, las clasifico en pequeñas, medianas, bomba y doble bomba. Tú puedes hacerlo como se te haga más fácil. Para algunos, lo más sencillo es llevar un registro diario y subrayar o señalar palabras, frases o nombres de cosas que se manifiestan como coincidencias. Otros llevan un diario especial de coincidencias; utilizan una nueva página para cada coincidencia significativa, y apuntan en esa página otras conexiones con ese suceso.
A las personas que quieran ahondar con mayor profundidad en las coincidencias, les recomiendo la recapitulación. Ésta es una manera de tomar la posición de observador de tu vida y tus sueños, de modo que las conexiones, temas, imágenes y coincidencias se hagan más claras. Como nuestra conexión con el alma universal es mucho más evidente cuando soñamos, este proceso nos permite acceder a un nivel de coincidencias totalmente nuevo.
Cuando vayas a la cama por la noche y antes de dormir, siéntate unos minutos e imagina que estás viendo en la pantalla de tu conciencia todo lo que ocurrió durante el día. Observa tu día como si fuera una película. Mírate despertando en la mañana, cepillándote los dientes, desayunando, conduciendo al trabajo, arreglando tus asuntos, regresando a casa, cenando; todo lo que haya ocurrido en el día hasta el momento de ir a la cama.
No tienes que analizar, evaluar o juzgar lo que ves; sólo ve la película. Apréciala completa. Incluso es posible que repares en cosas que no te parecieron importantes en su momento. Tal vez notes que el color del cabello de la mujer que estaba detrás del mostrador de la farmacia era el mismo que tenía tu madre cuando eras niño. O tal vez prestes especial atención al chiquillo que lloraba mientras su madre lo arrastraba por el pasillo del supermercado. Es sorprendente la cantidad de cosas que puedes ver en la película de tu día, que tal vez no notaste conscientemente durante el día.
Mientras ves cómo pasa tu día en la película, aprovecha la oportunidad de observarte objetivamente. Tal vez te veas haciendo algo que te enorgullece en especial; a veces te verás haciendo cosas vergonzosas. Te repito: el objetivo no es evaluar, sino obtener un poco de información sobre el comportamiento del protagonista, de ese personaje que eres tú.
Cuando hayas concluido la recapitulación, que puede durar sólo cinco minutos o hasta media hora, di estas palabras para ti: «Todo lo que he observado, esta película de un día de mi vida, está guardada en un lugar seguro. Puedo evocar esas imágenes en la pantalla de mi conciencia, pero tan pronto como las dejo ir, desaparecen.
La película ha terminado». Luego, cuando vayas a dormir, afirma: «Así como he recapitulado el día, doy instrucciones a mi alma, a mi espíritu y a mi subconsciente para que observen mis sueños». Al principio tal vez no notes cambios, pero si practicas cada noche durante algunas semanas, empezarás a tener una experiencia muy nítida de que el sueño es el escenario y de que tú eres la persona que está observando todo. Cuando despiertes en la mañana, recapitula la noche tal como recapitulaste el día al anochecer.
Una vez que seas capaz de recordar la película de tus sueños, anota algunas de las escenas más memorables. Inclúyelas en tu diario. Apunta especialmente las coincidencias. La inteligencia no circunscrita nos proporciona claves en el sueño tal y como lo hace en la vigilia. Durante el día conozco personas, tengo interacciones, me encuentro en situaciones, circunstancias, sucesos, relaciones; por la noche también experimento estas situaciones.
La diferencia es que en el día parece haber una explicación lógica, racional, de lo que ocurre. Nuestros sueños no sólo son proyecciones de nuestra conciencia; son, de hecho, la interpretación que hacemos de las trayectorias de nuestra vida. Los mecanismos del sueño y de lo que nos pasa en lo que llamamos realidad, son las mismas proyecciones del alma. Sólo somos observadores. Así pues, empezamos gradualmente a notar correlaciones, imágenes que se repiten tanto en los sueños como en la realidad cotidiana; más coincidencias nos ofrecen más pistas para guiar nuestro comportamiento; empezamos a isfrutar más oportunidades; tenemos más «buena suerte».
Estas pistas señalan la dirección que debemos dar a nuestra vida. A través del proceso de recapitulación reparamos en los patrones recurrentes y empezamos a desentrañar el misterio de la vida.
Este proceso es especialmente útil para liberarse de hábitos destructivos. La vida tiene ciertos temas que interpreta. A veces, esos temas actúan a nuestro favor pero también en contra, especialmente si repetimos los mismos patrones o temas una y otra vez con la idea de obtener un resultado distinto.
Por ejemplo, muchas personas que se divorcian vuelven a enamorarse, pero terminan en un tipo de relación exactamente igual a la que tuvieron antes. Repiten el mismo trauma, reviven la misma angustia y luego preguntan: «¿Por qué me sucede lo mismo?» El proceso de recapitulación puede ayudarnos a observar estos patrones y una vez que los hemos discernido podemos tomar decisiones más conscientes. La revisión diaria de nuestro día no es algo en absoluto necesario, pero nos ayuda a comprender y a atraer coincidencias a la superficie.
Procura mantenerte sensible, observa las coincidencias en tu vida diurna y en tus sueños, y presta especial atención a lo que traspase el límite de probabilidades, esto es, la posibilidad estadística de que un acontecimiento ocurra en el espacio-tiempo. Todos necesitamos planear las cosas hasta cierto punto, elaborar suposiciones sobre mañana aunque de hecho no sepamos qué va a pasar. Cualquier cosa que perturbe nuestros planes o nos desvíe de la trayectoria que creemos llevar, puede ofrecernos información valiosa. Incluso la ausencia de sucesos que esperas puede ser una pista que te indique la intención del Universo.
Quienes tienen dificultades para salir de la cama en las mañanas para ir a un trabajo que odian, los que no son capaces de comprometerse con sus actividades profesionales, aquellos que se sienten emocionalmente «muertos» después de un día en la oficina, necesitan prestar atención a esos sentimientos.
Son señales importantes de que debe haber una forma de obtener más satisfacción de la vida. Tal vez un milagro está esperando a la vuelta de la esquina. Nunca lo sabrás mientras no formules una intención, seas sensible a las pistas que te ofrece el Universo, sigas la cadena de las coincidencias y ayudes a crear el destino que tanto deseas.
Por supuesto, la vida puede ser difícil y todos tenemos tareas, responsabilidades y obligaciones cotidianas que pueden llegar a abrumarnos. Las coincidencias pueden volar hacia ti desde todas direcciones o pueden aparentar haberse secado por completo.
¿Cómo encontrar el camino en un mundo tan complejo? Tómate cinco minutos todos los días y simplemente permanece sentado en silencio. Durante esos momentos, plantéale estas preguntas a tu atención y a tu corazón: «¿Quién soy? ¿Qué quiero para mi vida? ¿Qué quiero de mi vida hoy?» Entonces relájate y deja que el flujo de tu conciencia, esa suave voz interior, las conteste. Luego, después de cinco minutos, escríbelas. Haz esto todos los días y te sorprenderá cómo las situaciones, circunstancias, acontecimientos y personas se organizarán en función de las respuestas. Éste es el comienzo del sincrodestino.
La primera vez puede resultar difícil contestar estas preguntas. Muchos no estamos acostumbrados a pensar en términos de nuestras necesidades y deseos, y si lo hacemos, no creemos poder satisfacerlos. Si no has definido la meta de tu vida por ti mismo, ¿qué estás haciendo entonces? Sería maravilloso si el Universo pudiera mostrarnos una gran pista, o si prefieres, una brújula gigante qué nos señalara la dirección que debemos tomar.
El hecho es que la brújula está ahí. Para encontrarla sólo necesitas buscar en tu interior el deseo más puro de tu alma, el sueño que tiene para tu vida. Siéntate en silencio. Una vez que revelas ese deseo y comprendes su naturaleza esencial, cuentas con un punto de referencia constante que puedes expresar en forma de símbolos arquetípicos.
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